Ha llegado 2022 y, con él, nuevos propósitos para el nuevo año. Pero quizás lo sano sería ir comprometiéndose con nuestros propósitos cada día, no cada año.
Es costumbre para muchas personas marcarse el inicio de año como fecha para actualizar o volver a recobrar ciertos propósitos.
Fin e inicio son palabras que nos llevan a buscar un pasar de página, un volver a empezar o volver a retomar.
Puede que sean propósitos en relación a nuestra salud física, mental, a cambios de trabajo, a iniciar estudios, en relación a nuestra conducta, a nuestros valores…
Tener propósitos es bueno, nos puede marcar una meta, un objetivo, pero todo propósito implica un plan de acción y un sacrificio.
Es ese sacrificio el que suele obstaculizar la realización del propósito, la pérdida de motivación.
Buscamos llegar a la meta pero nos olvidamos de recorrer el camino.
Puede ser que busque estar mejor físicamente, mentalmente, puede ser que mi propósito sea ahorrar a fin de mes.
Esa es la meta.
Bien, ahora olvídate de ella.
Lo que importa es el camino que tienes que recorrer para llegar, ese debería ser tu propósito de día nuevo.
Cada día levántate teniendo claro cuál es tu propósito, tu objetivo para hoy.
No será estar mejor físicamente, esa es la meta. Tu propósito de día nuevo será ir al gimnasio, o comer sano, o salir a pasear.
No será ahorrar a fin de mes. Tu propósito de día nuevo será apuntar tus gastos, evitar compras innecesarias o meter en un cajón cinco euros.
Es el día a día el que marca la diferencia, el camino que hará que un día te levantes y observes con sorpresa que has llegado a la meta.
Pablo Fernández Díaz. Psicólogo. Psicoterapeuta Humanista.